Desde la perspectiva de un cuidador: musicoterapia y retención del lenguaje

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Socios en el cuidado de FTD, Otoño 2020
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por Gary Eilrich

Poco después de jubilarme, noté que mi esposa tenía problemas para expresarse. Nuestro médico de atención primaria sugirió una cita con un neurólogo del comportamiento y, después de una evaluación y pruebas neuropsicológicas, se le diagnosticó afasia primaria progresiva.

Pronto comenzó a asistir a sesiones de terapia del habla, que disfrutaba; ella era diligente en practicar sus ejercicios de habla en casa. También disfrutó y se benefició de una reunión grupal semanal llamada "Speak Easy", que proporcionó una programación única e innovadora para personas con trastornos neurogénicos de la comunicación. Asistió al grupo la mayoría de los lunes durante dos años; cuando dejó de disfrutar los ejercicios, un patólogo del habla y lenguaje sugirió musicoterapia para continuar preservando la comunicación.

La musicoterapia implica un uso clínico basado en la evidencia de intervenciones musicales para mejorar la calidad de vida de los clientes y, en nuestro caso, para preservar el lenguaje y la comunicación. Siempre amante de la música, mi esposa estaba motivada para probar la terapia.

El musicoterapeuta vino a nuestra casa para brindar sesiones privadas, en las que también participé para poder aprender más sobre las formas de apoyar nuestra comunicación y saber qué necesitaba practicar mi esposa durante la semana. El terapeuta tomó notas meticulosas para seguir el progreso de mi esposa. Aprendimos que a pesar de que mi esposa estaba perdiendo rápidamente su capacidad para hablar, todavía podía cantar ciertas frases, por lo que el terapeuta le enseñó cómo incorporar dichos específicos en canciones conocidas. Aprendió a cantar “Tengo que ir al baño”, “Te amo” y “La tilapia estuvo buena”. (La tilapia es su comida favorita).

Pasamos los inviernos en otra parte del país y allí encontramos otro musicoterapeuta. Ese terapeuta hizo un CD de frases en las que ella y mi esposa trabajaron para que pudiéramos escuchar y practicar en viajes largos. Con el tiempo, la capacidad de mi esposa para expresarse disminuyó aún más, pero pudo cantar las frases cortas que había aprendido en la terapia del habla durante más tiempo del esperado.

La musicoterapia proporcionó una manera eficaz para que mi esposa y yo nos comunicáramos incluso cuando su capacidad para expresarse verbalmente declinaba. Lo más importante, se divirtió, lo que ayudó a mejorar su calidad de vida.

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